viernes, 4 de julio de 2008

Crónicas de Elbo, el príncipe Orate


Éranse los tiempos en que magos, espadas, rosas, caballetes y drogones convivían en armonía sobre la faz de la tierra.

Eran tiempos de hambruna y pestilencia....de injusticia y sufrimiento, de muerte y sexo con ladillas.

Pero a pesar de todo, existía un reino donde todos eran tratados por igual...blancos y negros, hombres y mujeres, eunucos y chotudos....

Uno de los más jóvenes soberanos que reinara en esas tierras, el príncipe Elbo el Ludo, o también conocido como Pinga Curva, era amado por sus súbditos, y temido por sus enemigos.

Todo parecía perfecto para quién observara la placentera y licenciosa vida del monarca, pero el corazón de Elbo carecía de paz, y ansiaba la libertad que creía podía encontrar más allá de los confines de Guampa Profusa, tal el nombre de su reino.

Pasaban días y noches con sus lunas completas, y Elbo el Cornudo (otro de los nombres por el que se lo conocía) no lograba hallar la paz.
Cada nueva jornada estaba signada por una lucha interior en la que se debatía entre el seguir gobernando y ser infeliz, o escapar hacia algún lugar donde poder ser él mismo...sin ataduras ni títulos, sin responsabilidades ni decisiones que tomar.

Pero ya cuando sus dudas existenciales le carcomían por completo, y le atormentaban hasta la locura, se presentó ante él quién sería la llave hacia la ansiada libertad del rengo monarca.

Mandrulo El Manco, hechicero de la Cofradía del Anno Sodomita y respetado barítono, se le apareció una fresca tarde de abril, y le encomendó una tarea que le permitiría encontrar su libertad y a su otra mitad, en los confines de las tierras de Garchienhiesta, al norte de la Península de Ortoflojo.

Raudamente le proveyeron de alimentos y ropas para iniciar la travesía, y partió en silencio la misma noche de aquel día de la revelación.
Mandrulo le había advertido de los peligros que le acechaban en los Bosques Escondidos de La Injusticia Herbórea...de la ferocidad de las tormentas en las Montañas Incólumes Insufladas del Advenimiento de la Senectud Cósmica....de la bravura de las aguas de los Mares Lacónicos Embebidos en la Frigidez Acuática...

Pero a nada temía Elbo el Onanista, a cambio de lograr la paz interior y de encontrarse con la mujer de su destino.

Elbo se abrió paso por entre los pantános de la Sopa Crema de Humus Mufado con su espada mágica (obsequio de Mandrulo para protegerse de la adversidad en tierras desconocidas) llamada La Engarchada, resistiendo el hedor y la pestilencia del líquido elemento.
Se batió a duelo con criaturas mitológicas como la Salpiconcha (espectro de corta estatura y de exquisito sabor), el Ornitoagasosalamandra (mezcla de horno, gas y salamandra forjada en las profundidades del mismo averno) y la Malcuñada (fémina horrorosa que se mueve con naturalidad entre nuestro plano y el Inframundo), entre otros seres.

Tanta lucha dejó a Elbo débil, confundido y a merced de los peligros que le rodeaban.
Mandrulo le había señalado el camino a seguir hasta encontrar las puertas de la Fortaleza de la Catacumbia Villera, donde hallaría su libertad y conocería al amor de su vida.

Y allí estaba...a un paso de las puertas de la Fortaleza.

Pero su incipiente alegría se convertiría rápidamente en incertidumbre....
Una ráfaga de viento helado caló hondo en sus debilitados huesos, y lo derribó al piso como si se tratáse de una hoja de papel.

Remolinos de tierra se levantaron sobre la explanada, y comenzaron a tomar formas semi humanas.
Seres horrorosos se constituyeron en materia frente a sus ojos, y se multiplicaron por decenas en un instante.
Elbo intentó desenvainar a Engarchada, pero el embate inminente de una de las criaturas no le dió tiempo más que a ponerse de pié y comenzar a correr.

Corrió y corrió más, con las pocas fuerzas que le quedaban...

Pero no era suficiente....ya nada le separaba de una muerte brutal y solitaria.

Recordó por unos segundos su infancia en la aldea de Guampa Profusa...
Su adolescencia...sus clases de ballet que tanto adoraba....y el rostro desconocido pero a la vez familiar de aquella mujer a quién ya nunca conocería...

Casi resignado a una muerte segura, creyó divisar una figura humana detrás de las bestias que lo perseguían.
Extrañamente, le resulto de algún modo familiar.

¿Podría ser él?, se preguntó el Príncipe Elbo.
Y en efecto lo era.

Esputo Ymamón corrió a su lado rápidamente, y con un solo soplo de su Flauta de Carne
auyentó a las criaturas para siempre.

Esputo!!!!...Esputo!!!! gritó Elbo...Me has salvado la vida!!!!!

Esputo Ymamón y Elbo eran amigos desde su más tierna infancia.

¿Cómo supiste que aquí me hallaba?, preguntóle Elbo a su fiel amigo y compañero de andanzas.

"Escuché tu conversación con Mandrulo El Manco sin querer, cuando estaba recolectando bayas para la cena, y decidí seguirte a escondidas para protegerte de cualquier peligro", le dijo.

"Pero mi misión aquí ya ha sido cumplida, y debes continuar tu camino por tu cuenta", prosiguió.

Elbo lo miró con cariño, le agradeció y ambos se fundieron en un beso negro fraterno, amoroso, amanerado y consolador.


Por fin cruzó las Puertas de la Fortaleza de la Catacumbia Villera, y se tomó un instante para observar y absorver todo cuanto allí había.
El paisaje era completamente nuevo, pero de algún modo le resultaba familiar.
Creyó reconocer colores y formas que ya había visto en sus sueños.

Pero sin tiempo de seguir recordando más, vió un rostro que paralizó su mente y su corazón por un segundo.

Era ella. Aquella que habitaba sus sueños desde su tierna adolescencia.
Aquella por la que había despertado mojado en su propia suciedad tantas madrugadas, incluso después de su trigésimo quinto cumpleaños.

Era la princesa Morgasmo Múltiple, del Reino de Lafrula.
Su rubia calva, su ojo verde jade, su fino brazo izquierdo...cada centímetro de su ser exudaba la herencia noble de sus antepasados, todos muertos en combate, y condenados por un hechizo a que su descendencia nazca con las marcas de las batallas por las que habían muerto.

La prole completa de la otrora noble familia cargaba con la pesada cruz: Arnold el cojo, Timmy cara de chicharrón, Sally la lunga, Tony el pecoso, Carlo el simio, Astrid vulva de lija y los trillizos Mirlo, Pirlo y Tirlo (todos ellos con testículos desbalanceados), eran prueba viviente del poder de ese hechizo.

Pero la carga era doblemente pesada para la pobre Morgasmo, ya que debía lidiar con el odio y la repelencia que le profería su arpía madrastra.

"Ay de las malditas lauchas del campo, que no necesitan rubíes para lucir bellas!!!!", se quejaba con odio cada mañana Raja Zanjuda, Reina de la Chufla Enjuta y madrastra de Morgasmo, frotándose el bulto que le cubría la cuenca de su ojo derecho.

Víctima también de la maldición, sufría en carne propia las consecuencias de los bárbaros actos de sus progenitores.
No era agraciada en lo más mínimo (más teniendo en cuenta la horrible verruga verde parduzca que cubría la mitad de su rostro), pero dentro suyo habitaba un odio irrefrenable por la belleza (casi inexistente por cierto) de su hija Morgasmo Múltiple.

Es así que Morgasmo ansiaba con toda la fuerza de su achicharrado corazón escapar del lado de su horrible madrastra, y encontrar un noble y bello caballero que la desvirgara, y la aceptara tal cuál era, con sus pequeñas virtudes y sus vastísimas fallas de origen.


Ella también lo vió, y supo que era él.
Aquel que se le había aparecido en sueños, aquel que había tocado su blonda calva, aquel por el que su verde ojo había soltado una lagaña al despertar y no encontrarlo a su lado....

Se miraron, se acercaron y Morgasmo rozó con su única mano el rostro del poco agraciado joven.

Por lo grotesco de sus respectivas apariencias, debieron besarse con los ojos cerrados.

Pero así y todo....deformes, inmundos y malolientes, sabían que eran el uno para el orto.

Elbo no quiso perder el tiempo, y revelóle sus intenciones de desvirgarla.
Ella también ansiaba ser empernada, y asintió con rapidez.

El sintió que debía revelarle su oscuro secreto, el que dió origen a su apodo de Pinga Curva.
Pero era temeroso de un posible rechazo....

Haciendo de tripas corazón, le informó de su desgracia.

Ella siempre había sospechado que se trataba de una acusación infundada, y quiso comprobar por su cuenta la veracidad de la historia.


¿A verga?, díjole Morgasmo esperanzada al jóven Elbo, quién deshaciéndose de sus pesadas prendas mostróle su hombría.
El entusiasmo tornó en espanto, al percatarse Morgasmo de que el mote de Chagar Ladeada, por el que también se conocía al príncipe era cierto.

Quiso cerciorarse por completo de que no fuese una ilusión óptica frotando, jalando, sobando y tratando de enderezar la aberración con todas sus fuerzas, frente a una sonrisa inextirpable del rostro de Elbo.

Pero no hubo caso....le apuntaba al oeste nomás.

No supo que decir...que hacer...parecía que su deseo de ser servida se diluía entre sus piernas de palo....

Pero en ese mismo instante de desgracia y frustración sexual, Mandrulo El Manco se apareció ante ellos y les entregó una pócima que les ayudaría a resolver el percance.

Morgasmo pensó que Elbo debía tomar la pócima, pero Mandrulo le dijo que ella debía hacerlo.

Bebió del espeso y vomitivo brebaje, e inmediatamente sintió como un hormigueo se instalaba en su uretra.

"Hazlo ahora", dijo el mago a Elbo.
Ni lerdo ni peresozo, el Príncipe saltó sobre Morgasmo y la partió al medio.

Habían consumado su amor al fin...

Pero todavía faltaba algo por resolver.
Y ese algo era Raja Zanjuda.

Era el último escollo que se interponía entre la pareja y la felicidad eterna.

Regresaron dispuestos a vencer pero ya como un sólo individuo, más si tenemos en cuenta que entre los dos llegaban a completar la cantidad de miembros de un cuerpo normal.


Encontraron a Raja Zanjuda, y Elbo desenvainó a Engarchada con rapidéz.
La madrastra no hizo tiempo a defenderse ni a usar algunos de los hechizos que había aprendido de demonios menores, y fué estrolada sin piedad por la espada vengadora.



Muerta al fin la Reina de la Chufla Enjuta, Elbo y Morgazmo Múltiple pudieron comenzar a recorrer el camino de la felicidad eterna....por siempre....


...Y para siempre.

Fin